Hoy nos embarcaremos en un viaje mágico y lleno de color a uno de los lugares más emblemáticos de México: Oaxaca, durante su celebración más fascinante, el Día de Muertos.
¿Estás listo para descubrir por qué esta festividad es reconocida en todo el mundo?
¡Vamos allá!

Cuando piensas en el Día de Muertos, tal vez imagines una celebración breve, de uno o dos días. Pero en Oaxaca, la fiesta se apodera de la ciudad durante una semana completa.
Desde finales de octubre, las calles se llenan de aromas de cempasúchil y copal, creando un ambiente que mezcla lo espiritual con lo festivo. Por donde mires, encontrarás una explosión de vida y color dedicada a honrar a quienes ya partieron.


El corazón de la celebración: la Calle Macedonio Alcalá

El centro de la fiesta late con más fuerza en la famosa Calle Macedonio Alcalá, ese andador turístico que conecta el Zócalo con el majestuoso Templo de Santo Domingo de Guzmán.
Durante estos días, la calle se convierte en una galería de arte al aire libre.

Los altares y ofrendas son verdaderas obras maestras: coloridas, detalladas y llenas de simbolismo. Cada altar cuenta una historia familiar, adornado con flores de cempasúchil, velas, calaveras de azúcar, pan de muerto y los platillos favoritos de los difuntos.

A su alrededor, las comparsas llenan el aire con música, tambores y risas. Son desfiles espontáneos de músicos y bailarines disfrazados de calacas, diablos y personajes tradicionales. La energía es tan contagiosa que es imposible no unirse al ritmo.


Tapetes de aserrín en Oaxaca: arte efímero y tradición

La creatividad oaxaqueña también se refleja en comunidades como Tuxtepec, donde las calles se transforman en lienzos con los tapetes de aserrín.
Estas alfombras multicolores están hechas con aserrín teñido, pétalos de flores y semillas, formando figuras religiosas, calaveras o motivos prehispánicos.
El proceso puede durar horas y suele formar parte de concursos locales que premian la originalidad y el detalle. Observar cómo los artistas crean estos tapetes es un espectáculo inolvidable.


Calaveras dulces y mercados llenos de vida

Ningún Día de Muertos estaría completo sin las calaveras de azúcar, chocolate o caramelo, que llenan los mercados locales.
Cada una lleva el nombre de alguien, una forma divertida y simbólica de “regalar la muerte” con dulzura.
Este gesto, además de su toque humorístico, nos recuerda que la muerte es solo una parte más del ciclo de la vida.


Noche en los panteones: una experiencia espiritual

Cuando cae la noche, los cementerios de Xoxocotlán y San Pablo Villa de Mitla se iluminan con miles de velas.
Las familias se reúnen junto a las tumbas de sus seres queridos, las decoran con flores, velas y comida.
Se escuchan risas, canciones, y se comparten platillos tradicionales como mole, tamales y chocolate caliente, además de un buen mezcal para brindar por la memoria.
El humo del copal purifica el ambiente, creando una atmósfera de profundo respeto y conexión espiritual.
En esos momentos, el límite entre el mundo de los vivos y el de los muertos parece desvanecerse.


Origen y significado del Día de Muertos en Oaxaca

El Día de Muertos tiene raíces prehispánicas, nacidas de las culturas indígenas que rendían culto a sus antepasados.
Con la llegada de los españoles, estas tradiciones se fusionaron con las celebraciones católicas del Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos.
Esta mezcla dio lugar a una de las expresiones culturales más ricas del país.
La flor de cempasúchil, símbolo del sol, guía a las almas, mientras las velas representan la luz cristiana.

Por su valor simbólico y cultural, la UNESCO declaró el Día de Muertos Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2008, reconociendo a México por mantener viva una tradición que celebra la vida a través de la muerte.


La Catrina: ícono y embajadora del Día de Muertos

Creada por José Guadalupe Posada, la Catrina nació como una crítica social, pero con el tiempo se transformó en el símbolo más conocido del Día de Muertos.
En Oaxaca, las catrinas cobran vida con maquillajes impresionantes y trajes regionales que mezclan la elegancia con la identidad indígena.
Caminar por las calles y encontrarlas es como presenciar arte en movimiento.


Vivir el Día de Muertos en Oaxaca

Visitar Oaxaca durante el Día de Muertos no es solo un viaje turístico; es una inmersión cultural profunda.
Es vivir cómo una comunidad transforma el duelo en celebración, la tristeza en memoria y la muerte en un homenaje lleno de amor.

Es una experiencia que todo viajero debería vivir al menos una vez en la vida.
Oaxaca, con su magia, su gente y su arte, convierte el Día de Muertos en una celebración que honra la vida misma.

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